miércoles, 14 de marzo de 2007

Génesis de un leyenda chilena

Hace algún tiempo, hojeando un libro sobre el séptimo arte, me entere que el personaje más veces llevado al cine es Sherlock Holmes, seguido de Drácula. Lo curioso es que los dos son el fruto de la imaginación de escritores victorianos, personajes de ficción.
Los días de ocio me llevaron a plantearme la pregunta, pero llevada a nuestro país.
La respuesta es cuando menos, aburrida.
No tenemos un personaje filmado innumerables veces. Nuestro cine tiende a registrar ideas, como es el caso de la dictadura y los derechos humanos, que son de lo más repetido en nuestra reciente filmografía. Es indudable que en estas películas la sombra de Pinochet esta siempre presente, en ocasiones ni es nombrado, pero su presencia se adivina. De cualquier manera el ejemplo no ayuda mucho.

Nueva pregunta ¿Cuál es el personaje mas representado, en cualquier formato, en nuestro país?

En el inconsciente colectivo chileno, la figura de Manuel Rodríguez ha estado siempre presente, cualquier ciudadano sabe quien es, todos hemos escuchado hablar de el, son decenas las calles, las plazas, las poblaciones a través de todo Chile que llevan el nombre del Guerrillero. La figura del héroe trágico de la Independencia es parte esencial del alma de nuestro pueblo. En cada casa de nuestro país se le reconoce con simpatía, como reencarnación de lo mejor de nuestra raza. Venerado por Moros y Cristianos, su figura no es desconocida ni siquiera para los niños, debido en parte a los caudales de tinta que se ha vertido sobre su agitada vida.
La Historia es más o menos conocida. El guerrillero nació en Santiago en 1775, hijo de una dama aristócrata, doña Loreto Erdoiza, casada en segundas nupcias con un agente de aduana de nacionalidad peruana, don Carlos Rodríguez.
Su infancia transcurrió tranquila y feliz, el niño era un pilluelo que junto a sus vecinos y amigos, los hermanos Carrera, herederos de la mas linajuda familia del Santiago Colonial, cometían pequeñas tropelías, fruto de su carácter travieso y apasionado.
El pequeño Manuel también se sentía cercano al pueblo, y sus correrías lo llevaban a compartir con su gente, en el barrio la chimba y en las peleas de gallos, donde aprendió a vivir en libertad, y conoció los problemas y la manera de vivir de los mas sencillos.
Con el tiempo se gradúa de bachiller en leyes, después de estudiar en el colegio Carolino. Jamás se desempeño en su profesión, marginado por ser un criollo, ya en esos años, cercano al ideal libertario de la Patria Vieja.
Es en esta época donde se renueva su amistad con sus compañeros de travesuras. José Miguel Carrera regresa al país luego de largos años al servicio de las tropas de la corona en la lucha contra Napoleón. Inflamado por las ideas libertarias aprendidas en Europa, retorna convertido en un gallardo oficial del cuerpo de Húsares de Galicia.
Los acontecimientos se precipitan, José Miguel Carrera en un golpe de audacia se toma el poder secundado por sus hermanos Luis y Juan José. La guerra estalla. El ejercito realista desembarca en Concepción y los campos del sur se convierten en el escenario de la revolución
Empujados por los realistas, el ultimo reducto es la villa de Rancagua, defendida por el Brigadier O`Higgins. La batalla se pierde después de dos días de Sangrienta lucha.
El quiebre es total, Carrera y O`Higgins se enfrentan por ultima vez, culpándose mutuamente del desastre, en una querella que se arrastra hasta nuestros días.
El desbande se generaliza y la población de santiago cruza la cordillera en un penosos éxodo hasta Mendoza, donde el general San Martín recibe a O`Higgins como general del ejercito Patriota, desconociendo al caudillo José Miguel Carrera, el verdadero líder, este es el comienzo del fin para el antiguo Húsar de Galicia.
Manuel Rodríguez llega a Mendoza junto al bando Carrerista y es marginado del nuevo ejercito que prepara San Martín. Sumido en la inactividad, tan ajena a su carácter, ve pasar los días monotamente, y finalmente decide ofrecer su ayuda al receloso general San Martín. En una tensa reunión explica sus planes, cruzar la cordillera hacia chile y desarrollar una labor de espionaje, organizando montoneras distractoras. San Martín acepta, admirado del coraje de Rodríguez y le ofrece toda su ayuda.
Durante la reconquista Manuel Rodríguez recorrió los campos provocando múltiples acciones tendientes a desorientar a los Talaveras, el regimiento de elitte de los realistas. En su audacia llega hasta tomarse la Villa de Melipilla y el pueblo de San Fernando, al mando de su guerrilla y secundado por el feroz bandido Miguel Neira.
En 1817 el ejercito de los Andes emprende el cruce de la cordillera, mientras Rodríguez multiplica sus correrías, sembrando el desconcierto entre los realistas, dividiendo las fuerzas que protegen los pasos cordilleranos.
Los patriotas triunfan en Chacabuco, y entran en Santiago. Pero la alegría inicial se transforma en desesperación al conocerse el desastre de cancha Rayada, donde O´Higgins es herido y los patriotas huyen provocando la alarma en medio del caos.
Es aquí donde Manuel Rodríguez, el héroe que ya ostenta una enorme popularidad, transformado en Teniente Coronel, organiza su propio cuerpo, bajo el romántico nombre de “Húsares de la muerte” y pronuncia las inmortales palabras de aliento en medio de la desesperanza. “!Aun tenemos patria ciudadanos¡”.
Pero no todo esta perdido, la ultima batalla se librara en los llanos de Maipú, en las cercanías de Santiago y que el destino decidirá a favor de los patriotas y los caudillos San Martín y O´Higgins, que se presenta con el brazo en cabestrillo cuando la batalla estaba concluida.
Desde este punto todo es confuso y siniestro. Los hermanos Luís y Juan José Carrera son fusilados en un oscuro calabozo en Mendoza. La sombra tenebrosa de la Logia Lautarina extiende su brazo asesino, y entierra el puñal sobre los que se oponen a sus intereses.
O´Higgins y San Martín son miembros de esta temible sociedad.
Rodríguez la conoce y la desafía, oponiéndose a sus siniestros representantes, firmando su sentencia.
Al Húsar de la muerte se le intenta alejar, es apresado y huye de la cárcel de Valparaíso.
Se le ofrecen cargos y se le trata de comprar, pero el ya ve al dictador en que se ha convertido O´Higgins, y su carácter libertario y revolucionario se encabrita.
Irrumpe a caballo en el palacio de gobierno, seguido de algunos ciudadanos que pretenden dar a conocer las exigencias del pueblo.
Es apresado y enviado a Valparaíso, pero la sentencia ya esta firmada por el tirano.
Durante el trayecto a Quillota, en un lugar llamado Cancha del Gato, en el pueblito de Til-Til, es cobardemente asesinado por la espalda por el teniente Antonio Navarro, al que la tradición convirtió en una suerte de Judas criollo.
El cuerpo del romatico patriota quedo al pie de un maitén, devorado por lo perros.
Ese fue el solitario final del héroe popular, el mas querido de los caudillos de la independencia de nuestro país, es el comienzo del mito.


Con la muerte del guerrillero Se inicia la tradición oral, la conversaciones junto al fuego en noches de lluvia fueron la primera manifestación, y la mas poderosa del cariño con que el pueblo honro a su más querido hijo.
La desgraciada suerte corrida por los ardientes jóvenes, los románticos patriotas que fueron los Carrera y Rodríguez, no se acallo. Estaban presentes en el corazón del pueblo que comentaba en sigilo, con devoción y respeto, las correrías de los héroes por los campos de la zona central
Pasarían varios años para que la literatura americana se preocupara de sus propias historias. Los primeros historiadores de la independencia, Benjamín Vicuña Mackenna, Miguel Luís Amunategui, Barros Arana, los mas ilustrados de su época, fueron los que se preocuparon por ordenar los acontecimientos del pasado.
Entrevistaron a los sobrevivientes de la Independencia, recolectaron documentos y cartas, catalogaron cerros de documentos tratando de ordenar los hechos.
Pero también recopilaron la tradición oral, y escribieron los primeros episodios sobre Manuel Rodríguez.
Amunategui publicó en 1874 unos breves relatos donde se menciona por primera vez una historia relacionada con Rodríguez, en este articulo relata el archiconocido episodio donde el ladino Rodríguez abre la puerta del coche a Marco del Pont. Con seguridad, este hecho recogido de la tradición oral, es el primer ejemplo de cómo el ciudadano común percibía la figura romántica de Rodríguez.
Posteriormente, don Enrique del Solar publicaría sus “Leyendas y Tradiciones”, muy famosas en esos años. En este libro el autor exagera toscamente el antagonismo entre peninsulares y patriotas, donde los del bando español son muy malos y los criollos demasiado buenos. En este escenario las figuras de San Bruno y Manuel Rodríguez calzan con perfección.
Algunos años después, Alberto Blest Gana escribiría en el transcurso de varios años su libro “Durante La reconquista”, aquí aparece definido el carácter pícaro del guerrillero, su inmenso ascendiente sobre el pueblo, sus disfraces y hazañas, así como también su contraparte, encarnada por el regimiento de los Talaveras, y sobre todo por el sanguinario Capitán San Bruno, y su lugarteniente, el sargento Villalobos, encarnaciones del mal y la represión realista sobre los patriotas.
En esta novela se dibujan por primera vez las características de los protagonistas esenciales de los episodios mas famosos del astuto guerrillero.
Terminada la Guerra del Pacifico, el sentimiento patriótico estaba en su apogeo, se daban las condiciones mas fértiles para el florecimiento de la novela histórica.
Liborio Brieba venia publicando como folletines, en diversas revistas, novelitas que se desarrollaban durante la guerra de la independencia. En 1888 decide agruparlos en un libro titulado “Episodios Nacionales”, con destreza y agilidad narrativa relata los padecimientos de una familia de ilustres patriotas. A partir del desastre de Rancagua y durante la reconquista, el escritor narra las aventuras de Rodríguez, agregando nuevos elementos a la historia, como la compañía de una hermosa mujer llamada Amelia.
En esta novela se mezclan elementos de ficción, entrelazados con la verdad histórica, ingredientes que convirtieron a la novela en una especie de best seller a fines del siglo XIX. La historia nos lleva al interior de la ciudad de Rancagua durante su feroz sitio, a la cárcel de Santiago; atestada de presos políticos, por el cruce de la cordillera durante el trágico éxodo de los patriotas, a los campos de la zona central, a las guaridas de los montoneros reclutados por el audaz guerrillero, a los pasillos del palacio de gobierno, a la isla de Juan Fernández; destierro miserable de los antiguos patriarcas criollos, a las mazmorras del sangriento capitán San bruno, y después de tantas penurias, nos lleva a la anhelada libertad del pueblo chileno. La narración se detiene en este instante feliz, con un Rodríguez viviendo la tranquilidad junto a Amelia, pero deja vislumbrar el crimen que manchará la memoria nuestra historia.
El año 1910 marcó un momento especial para Chile, el primer centenario de la independencia. Los festejos fuero grandes, se tiro la casa por la ventana y se revivieron las antigua gestas de los patriotas. Se pueden encontrar en las revistas de la época, como Zig-Zag o el Mercurio de Valparaíso, numerosos artículos que destacaban la participación del gallardo guerrillero, que a esas alturas gozaba de toda la simpatía de su pueblo. La Historia de Manuel Rodríguez, apenas mencionada en los textos de historia, se mantenía vigente gracias a los escritores que habían cantado sus hazañas.
En los años siguientes el escritor Aurelio Díaz Mesa, continua con la sucesión de relatos sobre el héroe, siguiendo el sendero de Amunategui y Blest gana.
Con el nuevo siglo llegó el cine, y por supuesto una de las primeras películas arguméntales de nuestro país, volvía sobre el mito del Húsar trágico. La cinta de 1925 narra la etapa de la reconquista, y el nudo central del largometraje es la relación del guerrillero con un joven patriota, al que llaman capitán corneta.
“El Húsar de la Muerte” se restauro en los años sesenta y a partir de 1998 es declarada monumento histórico, además se le considera la película mas importante de la era del cine mudo, y la única que se conserva.
La figura mitica de Manuel Rodríguez continuo siendo fuente inagotable de inspiración para escritores y poetas, y siguió creciendo.
Su historia fue llevada al radioteatro en innumerables ocasiones.
A mediados del siglo pasado, Jorge Inostroza escribió el intento mas serio de relatar su vida. La novela Los “Húsares Trágicos”, con la romántica y desgraciada historia de los hermanos Carrera y Manuel Rodríguez se convirtió en uno de los libros mas vendidos.
Pablo Neruda escribió en su canto general “La Tonada de Manuel Rodríguez”, además de un poema épico dedicado a los desgraciados hermanos Carrera.
La televisión también rindió su homenaje al héroe popular. La teleserie “Amelia”, de 1978, relata la historia de amor desgraciado entre Rodríguez y la joven Amelia. El único recuerdo perdurable del culebron histórico son las patillas ridículas del actor Exequiel Lavandero.
La historia del guerrillero también era recreada durante unos capítulos de Teleduc, intento de educación a distancia que emitía canal 13 a mediados de los ochenta.
Suma y sigue, durante el apogeo del mercado editorial durante la Up, la editorial Quimantu en un esfuerzo único en la historia del país, lleno los quioscos de libros e historietas, jamás se había leído tanto como en esos años.
Quimantu, acorde con los tiempos, saca a circulación historietas que narraban historias de esforzados compatriotas: “El Manque”, especie de “Fugitivo” en versión chilena y ambientada en los campos de la zona central. “Los intrépidos de la Aurora”, que narra las aventuras de valientes pescadores en la zona austral. “Patrullera 205”, con las aventuras de una pareja de carabineros en el santiago psicodélico de la Up. Y por supuesto, “El Guerrillero”, creada por el gran Mario Igor, y que volvía a encantar a las nuevas generaciones con las aventuras del mítico patriota.
Hasta “Mampato” tiene su aventura junto a Manuel Rodríguez, gracias a su cinto espacio temporal, es trasladado a Santiago en plena reconquista, junto a su inseparable amigo “Ogu”, que como es de esperar, ayudan al travieso héroe en su lucha.
Las referencias al gran patriota son patrimonio de todos los chilenos, hasta en la lucha contra la dictadura su nombre volvió a ser usado por grupos de extrema izquierda, como un homenaje al ilustre patriota que alguna vez dijera “Si yo estuviera en el gobierno, y lo hiciera mal, yo mismo me derrocaría”
El Frente Patriótico Manuel Rodríguez enarbolo el nombre del guerrillero como bandera de lucha contra Pinochet, cometiendo los mas audaces episodios en la pelea contra el dictador.
Cuando término de escribir estas líneas me entero del proyecto de una miniserie sobre el “Húsar de la muerte” con motivo del bicentenario, dirigida por Gaspar Galaz. También me cuentan de la reciente inauguración de una estatua en la plaza de Puente Alto, en donde el héroe aparece vestido de paisano, protegido con una manta y con el sombrero alón ocultando su rostro ladino.
Así es como me gusta imaginarlo, cabalgando solitario por los campos de la zona central, cruzando como un celaje en medio de la noche…
Puede ser un obispo…puede y no puede…

Por Hipólito Casas Cordero.

Y en la música?
El recordado patriota también ha sido inspiración para nuestros músicos.
El compositor Vicente Bianchi, amigo de Neruda, musicalizo la tonada de Manuel Rodríguez, un clásico dieciochero en las voces de Silvina Infanta y los Baqueanos.
El poema tomado del Canto general se inspira en las hazañas del guerrillero. Neruda recogió con precisión el espíritu de la leyenda. El poema estructurado hábilmente como una tonada, toma los elementos mas perdurables del mito. Un Manuel Rodríguez recorriendo los campos, disfrazado de varias maneras para engañar a los españoles, recorre los campos de Colchagua envuelto en un halo de misterio y leyenda.
A nuestro gusto, el mejor y mas grande homenaje, a pesar de narrar un episodio especifico, y el menos feliz de la vida del Húsar, es la canción el “Cautivo de Til-Til”, de Patricio Manns. El compositor narra el momento de la detención y el posterior traslado de Rodríguez a Til-Til. El texto y la música destilan la tristeza del momento, el mejor retrato del generoso patriota que afronta la muerte con su rostro altivo y gallardo a pesar de lo ingrato del momento. Narrado por la voz del pueblo, el recuerdo de las hazañas del antiguo guerrillero, ahora en desgracia, flotan entre una nube de admiración e indignación popular. Entre las murmuraciones del pueblo, el relato nos presenta el momento en que el Húsar se convierte en mártir para dar paso a la leyenda.

1 comentarios:

flavorai dijo...

q es sexy manuel rodriguez!